La Marinera Limeña se adueñó del Óvalo Higuereta en un magno encuentro cultural
El Óvalo Higuereta se vistió de gala el miércoles 27 de agosto con un memorable Masterclass de Marinera Limeña, dirigido por el maestro Hugo Vásquez y organizado por Jorge Cabello, que exaltó la elegancia criolla y la fuerza viva de nuestra tradición cultural.
NOTICIA
Saul Medina
8/29/20252 min read


El pasado miércoles 27 de agosto, el Óvalo Higuereta se transformó en un escenario insólito donde la tradición limeña desplegó su más exquisito esplendor. Allí, entre el rumor de la ciudad y la expectación de un público ávido de raíces, se celebró un Masterclass de Marinera Limeña que, más que clase, devino ceremonia; más que instrucción, acontecimiento cultural de honda resonancia.
La jornada estuvo presidida por la sapiencia y el donaire del maestro Hugo Vásquez, cuya trayectoria lo erige como un auténtico custodio del señorío marinero. Con palabra pausada y gesto ceremonioso, Vásquez no solo enseñó pasos y giros: transmitió una herencia viva, un legado que late en cada pañuelo ondeante, en cada cruce de miradas que inmortaliza la danza. Su figura, venerada por los presentes, fue espejo y guía de un arte que se resiste al olvido, reafirmando su condición de referente en la enseñanza de nuestra danza nacional.
No menos relevante fue la distinguida presencia de los campeones decanos de la marinera limeña, guardianes y referentes de esta tradición que, con su sola asistencia, confirieron mayor realce al encuentro. Entre ellos se contó con la participación de personalidades cuya trayectoria honra el arte limeño: Jorge Cabello, Rosi Piedra, Dante Dongo, Juana Chuez, Luchita Bracamonte, Alicia Rodríguez, Coty Cueva y el maestro Hugo Vásquez. Su presencia conjunta no solo enriqueció la jornada, sino que otorgó a la velada un sello de legitimidad y profundo arraigo cultural.
El ambiente, colmado de entusiasmo, respiraba un aire festivo y casi litúrgico: familias enteras se congregaron en torno a la pista improvisada; jóvenes y adultos, con pañuelo en mano, ensayaban compases bajo la tutela del maestro, mientras los curiosos observaban con una mezcla de asombro y reverencia. El bullicio citadino cedió paso al repique del zapateo y al susurro de las guitarras que, aunque imaginarias, resonaban en el alma de cada participante.
Más allá del acto mismo, el evento fue un recordatorio solemne: la marinera limeña no es únicamente danza, sino relato identitario, herencia en movimiento, espejo de la elegancia criolla que ennoblece nuestras plazas y salones. En un mundo dominado por lo efímero, iniciativas como esta constituyen un llamado urgente a custodiar lo propio, a resistir el desgaste de la globalización con la firmeza de quienes saben que en la tradición se halla también el porvenir.
El Masterclass en Higuereta no fue, pues, una simple lección técnica. Fue un tributo a la perennidad del espíritu limeño, un pacto con la memoria colectiva y un acto de reivindicación cultural que resonará en quienes, aquella tarde, vieron ondear el pañuelo no solo como adorno, sino como estandarte de identidad y elegancia.